El olimpo se
estaba cayendo y alguien tenía que hacer algo.
Los dioses
griegos existían con una sola misión: proteger el planeta, y a los terrícolas
de los males de los que ellos no tenían control, pero tanto poder para
criaturas que definitivamente no sabían nada del mundo debía suponer algo
peligroso.
Claramente la
batalla contra sus objetivos se había perdido, estos seres “vengadores”
desviaron sus atenciones a la soberbia, Zeus, Ares y Poseidón se dedicaron a
seducir humanas y mostrar su poder al mundo para obtener temor y respeto, por
su parte, Atenea ya no peleaba por justicia, sino por poder y Afrodita olvidó
su misión de distribuir amor y hacer prosperar a la raza humana con la
procreación, para enfocarse en su inigualable belleza y el deseo carnal que
provocaba en los hombres, amaba ver qué tan bien podía manipular al ser humano
a través de su don. Con respecto a los demás guerreros, todos seguían órdenes
de los supremos y terminaron cayendo en un hoyo sin fin egoísta y pecador.
Cuando el
mundo se salió de control y ya no habían mandos, ni líderes, el pueblo se
reveló contra ellos, no creían debido a sus malos actos en la buena fe, y Zeus,
en un arranque de sabiduría, decidió que ellos no le eran más útiles a la
tierra, y que su existencia sólo traía males al mundo, por lo que ordenó su
desaparición de la tierra, no sin antes, dejar una marca genética en alguna raza
humana que garantizaría su reaparición siglos después si llegase a ser
necesitada, y que sólo podría ser reencarnada en poder, no en alma.
Hades sería el
único guerrero que sobreviviría a la desaparición, seguirse ocupando del
inframundo era su trabajo, se le encargó la tarea de recibir una a una las
almas de los guerreros restantes, sin embargo, una rebelde desobedeció el plan.
Afrodita.
Su egoísmo y
vanidad no podía dejarla sólo desaparecer y ser simplemente borrada del mundo,
una belleza tan grande como la suya, tenía que seguir viva, y sólo una persona
podría hacer buen uso de esa belleza: Ella.
Por lo que
hizo un acuerdo con Hades, su alma, no entraría al inframundo, como todas las
demás, persistiría en la humanidad, en cada una de las descendientes con la
marca genética hasta que ésta se activase y ella finalmente pudiera volver al
mundo de los vivos.
Su plan pudo
haber sido perfecto, hasta que alguien lo descubrió:
Atenea.
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